jueves, 2 de octubre de 2008

El Hundimiento del Castillo Olite y Cristóbal Guirao




El pasado 31 de julio del 2007, murió en la localidad alicantina de San Juan, Cristóbal Guirao, un nombre para un hombre con memoria.
Cuando publicamos el libro “El hundimiento del Castillo Olite, la mayor tragedia naval de la guerra civil” en el año 2004, Guirao, el capitán Guirao solamente estaba referenciado por otros testigos como un personaje entre tinieblas, malvado y sin escrúpulos al que solo la venganza y el rencor ante la inminente perdida de la guerra le incito para provocar en el ultimo instante el inútil disparo desde la Batería de La Parajola y hundir al transporte de tropas nacionales que venían a tomar la ciudad, ocasionando con su acción la muerte de más de 1500 soldados del General Franco.
Pero una vez más la historia nos depara sorpresas, sobre el año 2006 recibí una comunicación telefónica de una persona que me decía haber leído el libro y me comentaba que identifica al tal capitán Guirao con un familiar suyo y que este se encontraba en la actualidad vivo, mi perplejidad no supero a mi desconfianza, nadie ni nada me había podido hasta entonces dar mas información acerca de este personaje que las citadas anteriormente e incluso por las evidencias me parecía el menos real de todos los protagonistas y dudaba incluso de su existencia. Al principio no le di mayor importancia pero ante la insistencia de mi interlocutor decidimos entrevistarnos con el supuesto capitán Guirao haber que podía contarnos;
Así se hizo; en compañía de mi amigo y editor Ángel Márquez concertamos una visita al extraño personaje en San Juan de Alicante donde residía, para tal ocasión nos acompaño Juan Sánchez Martínez la persona que nos había dado la pista.
Recelosos e incrédulos tuvimos el primer contacto no exento de cierta morbosidad por comprobar si realmente se trataba del verdadero Guirao responsable directo de la muerte en acción de guerra de más de un millar y medio de hombres.
Nos encontramos con un anciano de apariencia bondadosa y con un mas que aceptable estado físico para los 93 años que tenia, pero por encima de todo esto lo verdaderamente sorprendente fue cuando empezó nuestra conversación el grado tan extraordinario de memoria, su locuacidad, seguridad, conocimiento y exposición algo realmente espectacular y que nos convenció a penas pasados unos minutos de que realmente nos encontrábamos con alguien muy especial y por supuesto que el era el Capitán Guirao.
Su memoria era histórica, aletargada durante mas de 70 años nunca la había desvelado, sin apenas tiempo, Cristóbal Guirao ya no lo tenia, comenzó en una cafetería de su localidad a relatarnos paso por paso, pormenorizadamente su actuación en aquellos momentos, era algo como si se lo hubiera estado guardando mucho tiempo y que al fin podía explicar, pero increíblemente de su boca salían nombres, fechas, posiciones, ordenes, consignas, acciones y visiones que difícilmente se podían saber si uno no hubiera sido el directo protagonista de ellos. En un ejercicio de memoria portentosa fue relatando cronológicamente toda su actividad como oficial del ejército republicano desde el comienzo de la guerra hasta su finalización e incluso su activa participación en la II Guerra Mundial como integrante de la Resistencia y Ejercito Francés.
A través de su locuaz relato nunca dejo de manifestarse sus ideales republicanos, ante todo se definía como un militar, un militar republicano que a pesar de perder la guerra nunca perdió su compromiso con su época y sus ideales de Justicia Social, Igualdad y Libertad, luchando siempre contra el mismo enemigo el fascismo totalitario ya fuera representado por Franco o por Hitler.
Pero a nosotros en cierta forma y aunque sus vivencias fueran globales a lo largo de toda su vida, nos interesaba especialmente las referidas a su participación en el hundimiento del Castillo Olite el 7 de marzo de 1939 en aguas de Cartagena, del político bolchevique, obrero catalán que aparece en el libro pasamos de un plumazo al militar profesional nacido en Taberno (Almería) republicano y sin militancia en ningún partido político, quizás por eso mismo por no ser lo anterior y si un militar se le encomendó aquella difícil misión, tomar la Batería de La Parajola y evitar desde esa posición la salida o entrada de cualquier buque en el puerto de Cartagena.
La orden era precisa, concreta y un militar como Guirao tenía claro que su cumplimiento era lo esencial ante cualquier eventualidad que se produjera mientras esta no se revocara o se tuvieran nuevas órdenes.
Aquella mañana del 7 de marzo, la flota nacional enviada por Franco para tomar la base naval de Cartagena en la llamada "Operación sobre Cartagena" se encontraba a unas cuantas millas de la costa cartagenera esperando ordenes para poder entrar en su puerto, cerca de 30 barcos con más de 20.000 hombres transportados en sus bodegas.
Para entonces Guirao con la toma de La Parajola y el resto de su 206 Brigada Mixta ya habían devuelto al poder de la Republica la Base Naval de Cartagena, la Operación sobre Cartagena ideada y ejecutada por el propio Franco era ya prácticamente irrealizable, por tanto se ordeno el regreso inmediato de toda la expedición, cuando se producía esto un barco de los últimos en salir del puerto de origen en Castellón, el Castillo Olite ajeno a las nuevas ordenes de retirada enfilaba la bocana del puerto de Cartagena con total inocencia y sin saber que podían ser hundidos por las baterías de costa que ya estaban de nuevo en poder de la Republica.
Infortunio, desconocimiento, incumplimiento de ordenes o simplemente una avería en la radio del barco hizo a este meterse en la boca del lobo, su avance hacia el interior del puerto solo podía tener una respuesta por parte del militar al mando de La Parajola en cumplimiento de las ordenes recibidas. - "ningún barco debería traspasar la línea de tiro"- , Guirao era ese hombre, quizás lo cobarde hubiera sido no cumplir la orden, no haber disparado, dejar pasar el barco con sus mas de 2000 soldados a bordo, entregarse, rendirse la guerra ya estaba perdida, pero Guirao no lo hizo y de lo que se desprende de su relato es que el tenia claro una idea, obedecer o morir, era un militar profesional en una acción de guerra, con una orden que cumplir, el no la había dado pero era quien debería ejecutarla.
He de confesar la enorme impresión que nos ha dejado Guirao, y su fallecimiento hace tan solo pocas semanas, mi impresión es que su muerte al igual que toda su vida fue causa de una decisión personal, quizás después de nuestra entrevista algo se removió en el interior de este hombre, no hablo de remordimiento, de eso estoy seguro, quizás sea otra cosa, como el que arrastra una pesada losa y de pronto se rompe la cuerda y queda liberada de ella, Guirao no solamente nos desvelo sus secretos, también descubrió muchas de las circunstancias y repercusiones que su acción sobre el "Castillo Olite" habían provocado en muchas personas. En su conciencia existía el reflejo de su intensa vida que ahora había decidido que debía terminar.
Pero como el circulo que cierra algo convergente la historia de este hundimiento debía culminarse después de 70 años cuando el directo causante del mismo decidió que sus cenizas deberían esparcirse precisamente en el mismo lugar donde reposan los restos del "Castillo Olite" y de sus 1500 hombres fallecidos en él. ¿Por qué?, - no lo se, -lo ignoro, Guirao si lo sabia pero ya no esta con nosotros para explicarlo, solamente nos quedaba la obligación de cumplir con su ultima voluntad y así lo hicimos. Se cierra con esto el espacio que recorre la memoria histórica del hundimiento del "Castillo Olite" no desenterrando tumbas si no conociendo la intrahistoria de las personas que formaron parte de ella.
Guirao se ha marchado y con el terminamos un intenso recorrido por una vida llena de incógnitas de un hombre que tuvo que cumplir con su deber en unas circunstancias muy difíciles, acaba su largo camino y su pesada carga, ahora la cuerda no tiene a nadie en el otro extremo, ahora definitivamente la losa reposa en el fondo de la historia y nosotros como espectadores y testigos deberemos perpetuar la memoria de aquellos que protagonizaron los episodios que hoy ya son del pasado, patrimonio.

Luís Miguel Pérez Adán
Director del INCIS (Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas)
Cartagena, octubre de 2007

Los Acuerdos de Cartagena (8-9 de abril de 1907)



Un libro relata los Acuerdos de Cartagena entre los reyes de España e Inglaterra
Supusieron el fin del aislamiento de España en el s. XX.
El autor, además, aborda la inauguración del Palacio Consistorial.
Sin duda, el año 1907 fue una fecha importante para Cartagena, no sólo por la inauguración del Palacio Consistorial, sino también por unos trascendentales acuerdos que se alcanzaron en la ciudad, coincidiendo con la inauguración del edificio.
Una firma histórica
El historiador Luís Miguel Pérez Adán aborda en 'Los Acuerdos de Cartagena y la inauguración del Palacio Consistorial' la entrevista celebrada en aguas de la ciudad portuaria entre los Reyes de España e Inglaterra, que dio lugar a la firma de unos importantes pactos que sacaron a nuestro país del aislamiento en el que hace un siglo se encontraba, tras la destrucción de la Armada española en la guerra con Estados Unidos.
Aquella visita, que tuvo lugar el 8 y 9 de abril de 1907, coincidió con la inauguración del edificio más emblemático de la ciudad, el Palacio Consistorial.
Tirada de 1.000 ejemplares
Fue un acontecimiento histórico, hoy a penas recordado, pero que tuvo una extraordinaria importancia ya que marcó el futuro de España. En la obra de Pérez Adán el lector puede conocer con rigor y de forma amena qué sucedió en este acontecimiento histórico que tuvo una extraordinaria importancia, ya que marcó el futuro de España. Además, el libro cuenta con documentos y fotografías, hasta la fecha inéditas.
El libro cuenta con una tirada de 1.000 ejemplares y ha sido editado por Aglaya y el Ayuntamiento de Cartagena. Podrá adquirirse en librerías al precio de 24 euros.
El autor
Luís Miguel Pérez Adán es licenciado en Geografía e Historia Antigua y Arqueología, y es fundador y Presidente del Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas.
Es coordinador de cursos en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), documentalista en proyectos cinematográficos, y todo lo relacionado con la investigación histórica, de la que es un apasionado. También ha publicado numerosos artículos y es un prestigioso conferenciante.

Mitos y Realidad sobre la Sublevación Cantonal en Cartagena


Es muy extensa la mitología sobre “EL Cantón” como se conoce en nuestra tierra este hecho histórico. En general estos mitos proceden de hechos tergiversados y manipulados posteriormente a cuando sucedieron y rotundamente pueden ser considerados, en su mayoría, como falsedades interesadas. En los próximos minutos daremos un repaso a algunos de ellos y verán ustedes la necesidad de que la historia de la Sublevación Cantonal en Cartagena sea escrita de una vez por todas despojándola de estas falsedades y apoyada por la extensa documentación existente. No se ha hecho todavía por la falta en la ciudad de una institución solvente dedicada al estudio del mayor patrimonio cultural de la ciudad: Su historia.
Como decíamos el año 2002 en el editorial del primer número de Cartagena Histórica, pocas ciudades en España, quizá sólo Madrid y Cádiz, pueden comparar su historia con la nuestra, pero tenemos el handicap de no disponer de una facultad de Historia, que en nuestra región está situada en la Universidad de Murcia y no siempre dispuesta a reconocer la primacía de Cartagena desde el punto de vista histórico.
Necesidad de la creación de un centro histórico

La Intervención de submarinos alemanes durante los años de la gran guerra 1915-1918


El tramo de costa que comprende la actual delimitación administrativa que alcanza la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, ha sido escenario de muchos naufragios a lo largo de su historia, los restos arqueológicos de barcos fenicios, griegos y romanos así lo atestiguan a los que después se deben sumar barcos de todas las épocas hasta llegar a nuestros días.
Los motivos de estos naufragios son variados y responden a diversas circunstancias que se reparten entre las meteorológicas y las provocadas directamente por la intervención humana como pueden ser las negligencias, las guerras y el corsarismo.
Por solo citar a los más representativos tenemos el Naufragio del vapor italiano “Sirio” en aguas de Cabo de Palos que significo la mayor operación de rescate y salvamento marítimo llevada a cabo en nuestras costas y realizada por civiles, aunque esto no pudo evitar la muerte de 370 personas, tampoco podemos olvidarnos del hundimiento del “Castillo Olite” sin duda la mayor tragedia marítima de la Guerra Civil Española , cobrándose cerca de 1500 victimas , pero esta noche vamos hablar de otro tipo de naufragios, no son comparables en cuanto a las cifras de desaparecidos y muertos con los anteriormente citados, pero si llama la atención la enorme cantidad de barcos hundidos en un determinado periodo de tiempo y todos por la misma causa, la intervención de submarinos alemanes durante los años de la gran guerra 1915-1918

Comandante Rafael Martinez-Illescas el héroe de Coamo


Rafael Martínez-Illescas, mezcla de héroe y de mártir, demente o suicida aceptó el desafío que lanzó el destino contra él, convirtiendose en protagonista de unos acontecimientos que olvidados hoy día después de más de cien años no debemos dejar que se pierdan definitivamente en el tiempo. El drama a la vez que la tragedia se individualiza. Son las personas y sus familias las que sufren más que las instituciones, y buena prueba de ello es lo que le ocurrió a nuestro protagonista, estos hechos ocurridos en Puerto Rico son un capitulo más de aquel despropósito tan grande que significo la guerra hispanoamericana del 98.
El 98, supone para España más allá de unos hechos militares y políticos, una enorme tragedia a nivel personal, personas y sus familias que sufrirán las consecuencias de una mala política, alentada por una prensa patriotera, de un gobierno sin cabeza, de un mando militar totalmente ineficaz y de un pueblo que en su mayoría se quiso mantener al margen de lo que ocurría.
Martínez Illescas nunca regreso, no tuvo que soportar la llegada a los puertos españoles formando parte de un ejercito de perdedores, de enfermos, de harapientos a los que se les desembarcaban de noche para que nadie les vieran, pero su pena fue aun mayor, su familia si tuvo que cargar con las consecuencias, su muerte por su país significo el hambre, la miseria, el olvido y la propia muerte de su familia, como pregunto su hijo antes de morir: A)Era mi padre un malhechor para que se nos castigue ?@
Conocer la vida de las personas que intervinieron en los acontecimientos es necesario para poder comprender los mismos, pues como decía Gómez de la Serna; A Si la vida interior del protagonista no interesa, menos importa la circunstancia que le rodea. A
Se dice que no hay propiamente historia, solo biografía, es por eso que al intentar descubrir los aspectos biográficos de una persona que murió hace más de 100 años, estamos haciendo en cierta manera historia también; Rafael Martínez Illescas constituye por si mismo historia, en tanto que se revitaliza el papel del sujeto en la misma, dando importancia al análisis del individuo como un fenómeno singular e irrepetible independiente del acto histórico en el que interviene.
La historia es la esencia de innumerables biografías, la que vamos a comentar es una más, por si sola no tiene nada de extraordinaria pero en unión a otras muchas constituye el núcleo fundamental del acontecer histórico. En su biografia no encontraremos nada que supere lo estrictamente normal, si exceptuamos como se produjo su muerte, que no fuera ajeno a la de cualquier vida de un militar español de finales del siglo XIX, destinos, traslados y una primera estancia de siete años en la Isla de Puerto Rico.
Pero lo que distingue a Martinez-Illescas de los demás es que el destino le lanzó un desafió y lo convirtió, quizás sin quererlo, en el último oficial del ejercito español que sucumbió después de casi cuatro centurias de dominación española en América, su muerte en los campos de Puerto Rico pone fin al poderío militar de España en aquel continente, este cartagenero fue el ultimo oficial español muerto en combate en aquella guerra, él fue protagonista de unos acontecimientos que postergados hoy día aquí, en Puerto Rico en donde se produjeron nunca han sido olvidados.

EL PATRIMONIO DEFENSIVO DE LA COSTA EN ÉPOCA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA : TORRES, FORTALEZAS Y BATERIAS.


Luis Miguel Pérez Adán
INCIS – Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas



El sistema defensivo de costa tenía como objetivo primordial la vigilancia y salvaguarda del litoral y su zona adyacente.
En ella se construirán unas torres, fortalezas y baterías que tendrían sus antecedentes en las llamadas guardas de la costa[1] que durante el siglo XVI se emplazaron en algunos puntos de la misma.
En la presente guía se pondrán de manifiesto a través de distintos informes[2] de cual era la situación en la que estas defensas se encontraran hasta el siglo XIX y XX cuando son definitivamente abandonadas y destruidas.

Plano de la ejecutoria dictada por la Real Chancillería de Granada, en el pleito entre Cartagena y Murcia por el dominio del Mar Menor. En este aparecen reflejadas numerosas torres de defensa tanto de costa como de interior

La principal amenaza marítima fue la turco-berberisca que se vera acentuada sobre todo cuando en 1516 los turcos se establecen en Argel.
Precisamente, sobre este territorio, el peligro casi constante de estos ataques condicionaran en gran mediada el propio avance de esta zona dificultando no solo el desarrollo económico sino el establecimiento de nuevos asentamientos de población; en la costa hay peligro y por eso tanto personas, ganados y cultivos se alejan de la misma.
Sin duda las incursiones berberiscas obligaron primero a la fortificación pero también a que la población se convirtiera en fuerza de defensa manteniendo armas, haciendo patrullas, dotando a las torres, formando tripulación de galeras para realizar expediciones en África, efectuando continuas obras de fortificación y teniendo incluso que pagar fuertes sumas de dinero por los rescates de personas hechas prisioneras.
Si en un principio la amenaza la constituía el ataque de una gran flota turca como la incursión sufrida en 1588 cuando cerca de 800 turcos llegados en ocho galeotas desembarcaron en Cabo de Palos, esta fue dejando paso con el tiempo a otro tipo de incursiones de menor escala protagonizadas por piratas argelinos.
El planteamiento defensivo para hacer frente a esta amenaza se realizo de diversas maneras;
La nueva estrategia se dirigió a fortificar la costa, a mediados del siglo XVI, ya se pensó en crear un sistema defensivo en torno al Mar Menor como el que se había realizado en el reino de Valencia.
También se emplearon otras formas de lucha como la información, el saber los movimientos del enemigo con anticipación evitaba por un lado la sorpresa del ataque y por otro el poder solicitar refuerzos para oponerse con fuerza a la posible invasión.
Esta información se obtenía por la labor de los espías en los propios puertos argelinos y sobre todo por la observación constante y la vigilancia del horizonte ejercido por la extensa red de atalayas que jalonaban todo el territorio y que al observar la presencia de cualquier navío sospechoso daban la alarma correspondiente.
Las Torres en definitiva serán las que de una manera principal ejercerán el protagonismo en la defensa de la comarca y aunque en numero insuficiente protegerán de los desembarcos en las costas y con su capacidad artillera impedirán en gran medida el saqueo indiscriminado por parte de la piratería y como complemento a estas se construirán las atalayas, los puestos de vigía en la cumbre de las montañas y las torres fortificadas del interior.
Fue Carlos V quien decisivamente ordeno la construcción de toda un frente de torres para la defensa de la costa Mediterránea, el proyecto para la costa de esta zona, presentaba un ambicioso plan de defensa, consistente en la edificación de una red de 36 torres, en concreto para esta zona se proyectaron cerca de 11 torres, finalmente solo se construyeron 5 ; Pinatar, Estacio, Encañizada, Cabo de Palos y Portman.
Estas torres de costa siguieron utilizándose hasta el ultimo tercio del siglo XIX, siempre bajo el mando estratégico defensivo.
De entre las torres que existen o existieron, las más cercanas a la costa formaban parte de la red de alerta frente a incursiones enemigas para llevar aviso de las mismas a las fortalezas más próximas que protegían el territorio circundante del Mar Menor y a la ciudad de Cartagena.
Las torres-fortalezas de defensa, situadas más interiormente, responden a la necesidad de dotar de elementos defensivos a las villas agrícolas que se encontraban dispersas en pequeños núcleos y normalmente alejadas de la protección de los castillos o fortalezas más importantes.
Se trataban de casas fortificadas de recia construcción, con entrada protegida o elevada, aptas para que los habitantes pudieran refugiarse y defenderse de las fuerzas hostiles.
Finalmente nos encontramos con las baterías, otro concepto de defensa para otro tiempo.
[1].- Las guardas de costa constituían el cuerpo de vigilancia costero.
[2].- Informes de los años 1.716, 1.740, 1.775, 1.840. (Ver Bibliografía)